El Periscopio Indiscreto

La mayoría del patrimonio cultural de México se encuentra bajo el agua y, aunque se han planteado en varias ocasiones extraerlo, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) mexicano, se evitará exponer los restos, que abarcan desde la prehistoria hasta el siglo XX, a cambios de ambiente que podrían dañarlos.

Los restos, tan valiosos como singulares, son en su mayoría restos de barcos hundidos. Los visitantes de este “museo” los pueden admirar con lanchas motoras o buceando. Los restos se encuentran en arrecifes de coral poco profundos, lo que facilitaría la puesta en práctica de la iniciativa.
Los turistas recibirán charlas y exposiciones en las que podrán conocer el valor de los restos que se encuentran en las profundidades, sus características y la historia que los envuelve. Así, ha indicado la subdirectora de Arqueología Subacúatica del INAH, Pilar Luna, también se ayudará a la conservación de los restos, ya que la mayoría de las personas los daña por desconocimiento de su valor.

No se prestará demasiada atención a la seguridad del museo ya que, tal y como afirma Pilar Luna, “estos barcos no tienen nada de tesoros, no tienen oro, plata ni piedras preciosas, sino que más bien son un conjunto de hierros oxidados, y su auténtico tesoro es su historia, la información y el conocimiento que conlleva”.
Con todas estas medidas, México se coloca como el octavo país que ha ratificado la convención de la UNESCO para la Protección del Patrimonio Subacuático, donde se establece la no negociación con buscadores de tesoros.
A comprar cámaras acuáticas y no se preocupen por los flashes. Recuerden, el traje de etiqueta deja de ser esencial.

Un saludo burbujeante.